Hay imágenes que cuentan historias e imágenes con historia, esta es una de ellas.
Cuando me reúno con los novios suelo aconsejarles que realicen la post boda
Primero porque no se pierden nada del día más importante de sus vidas, estando de sesión con el pesado del fotógrafo.
Y segundo porque podemos realizar una sesión en la que ellos están más relajados, y con tranquilidad para realizar fotografías con resultados más espectaculares.

Cuando Laura y Javi me comentaron la posibilidad de realizar parte de la sesión en Bodegas Riojanas, me gusto mucho la idea, pero tenía un problema, ya había visto otras sesiones de otros fotógrafos de boda en este mismo lugar y quería conseguir algo distinto.
Suelo ver antes la localización si es posible, y tuve la suerte de que este año se celebraba el 125 aniversario de la bodega y realizaron un día de puertas abiertas.
TODO un día para ver la localización, como me gustaba la idea.
Pase parte de la mañana buscando algún sitio donde poder hacer alguna fotografía distinta, pero seguí teniendo en mi mente las fotografías que ya había visto.
Por la tarde de nuevo en la bodega, al final de un calado lleno de barricas, encontré una entrada a un pequeño calado vacio, un gran pasillo, con poca luz y completamente vacío.
Parecía que el calado llevaba 125 esperándonos.
Medí la luz que había con mi cámara y me di cuenta que no había suficiente luz para poder sacar una fotografía decente.
No me desanime en absoluto, yo quería una fotografía de Laura y Javi en ese mismo lugar, y si fuese necesario llevaría yo la luz.
Así que el día de la sesión y después de cuatro intentos para ajustar la luz ambiente a la de mi pequeño flash, apareció en la pantalla de mi cámara la imagen que me había imaginado el primer día que vi el calado.
Agradecer a Laura y Javi por confiar en mí, a Bodegas Riojanas por cedernos sus instalaciones y a Sara por su paciencia el día de la sesión.